Mi sistema respiratorio siempre ha sido algo defectuoso (al menos en Hermosillo, porque en el DF aunque frágil a los golpes y caídas nomás no me enfermo) y en 1992 aquello era más serio. En 6to de primaria tenía una maestra la cual por razones ocultas y esotéricas me odiaba, cualquier cosa que hiciera no tenía mérito alguno y siempre estuvo convencida que hacía trampa en los examenes.
Un día cualquiera llegué después de una ausencia por enfermedad de una semana, tenía catarro para variar y tos de perro (luego me pregunto porque me dicen asi), llegué con la garganta hecha pedazos, por lo que casi no hablaba, de verdad me dolía hablar.
Mis problemas respiratorios a la maestra le importaban muy poco, en clase de español me pidió que leyera en voz alta alguna lectura de esas que hacen daño en los estudiantes (digo daño porque hacen todo menos fomentar la lectura), por supuesto me negué, no por nervio a leer en voz alta, simplemente iba a ser una tortura levantar la voz. Ella, como de plano no confiaba en lo que yo decía, pues se aferró a que leyera, y como ella mandaba no me quedó más remedio que leer.
Las primeras líneas sólo fueron rasposas pero con problemas mínimos, a partir de la 3era línea poco a poco mi voz bajaba de volumen y se volvía aguda, como si respirara helio, 2 líneas más tarde sólo movía la boca pero no emitía sonido alguno, quedé afónico ante las risas del respetable. Sin embargo y como la maestra me quería mucho, quiso que siguiera leyendo, y yo me esforzaba pero nomás no emitía sonido alguno, hasta que deplano se convenció de que no podía hablar... y no hablé por el resto de la semana.
Consecuencias a futuro: Puedo hablar en público sin problemas, pero no puedo leer en voz alta sin ponerme nervioso.
Nota adicional: La maestra se aferró tanto que yo copiaba que me cambió de lugar unas 20 veces, sólo superado por las 45 veces que cambiaron de lugar a mi compadre.
Un día cualquiera llegué después de una ausencia por enfermedad de una semana, tenía catarro para variar y tos de perro (luego me pregunto porque me dicen asi), llegué con la garganta hecha pedazos, por lo que casi no hablaba, de verdad me dolía hablar.
Mis problemas respiratorios a la maestra le importaban muy poco, en clase de español me pidió que leyera en voz alta alguna lectura de esas que hacen daño en los estudiantes (digo daño porque hacen todo menos fomentar la lectura), por supuesto me negué, no por nervio a leer en voz alta, simplemente iba a ser una tortura levantar la voz. Ella, como de plano no confiaba en lo que yo decía, pues se aferró a que leyera, y como ella mandaba no me quedó más remedio que leer.
Las primeras líneas sólo fueron rasposas pero con problemas mínimos, a partir de la 3era línea poco a poco mi voz bajaba de volumen y se volvía aguda, como si respirara helio, 2 líneas más tarde sólo movía la boca pero no emitía sonido alguno, quedé afónico ante las risas del respetable. Sin embargo y como la maestra me quería mucho, quiso que siguiera leyendo, y yo me esforzaba pero nomás no emitía sonido alguno, hasta que deplano se convenció de que no podía hablar... y no hablé por el resto de la semana.
Consecuencias a futuro: Puedo hablar en público sin problemas, pero no puedo leer en voz alta sin ponerme nervioso.
Nota adicional: La maestra se aferró tanto que yo copiaba que me cambió de lugar unas 20 veces, sólo superado por las 45 veces que cambiaron de lugar a mi compadre.
Comentarios
A mi me pasó algo parecido en la secundaria cuando me estaba cambiando la voz, mi maestro de historia me puso a leer, pero el se apiadó después de un rato.
Por cierto, la frecuencia con la que escribes en tu blog es la misma de la de las glaciaciones.
Por cierto, su blog me pareció muy interesante, ya forma parte de mis favoritos.
Saludos,
Orlando.
Por cierto, su blog me pareció muy interesante, ya forma parte de mis favoritos.
Saludos,
Orlando.