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Mostrando las entradas de 2012

Hasta la media noche

En casa de mi abuela siempre hemos pasado la Noche Buena. Ella siempre ha sido religiosa, por lo que había tradiciones que más bien eran reglas, una de ellas era   Nadie abre los regalos hasta la media noche, y sólo después de poner al niño Jesús en el nacimiento. Para unos niños inquietos y desesperados por tener regalos, lo anterior era muy difícil de sobrellevar y, por supuesto, no lo hacíamos. La curiosidad siempre se imponía. Aprovechando cualquier oportunidad nos escabullíamos para tomar un regalo y medio abrirlo. Tal vez no podríamos jugar con él, pero al menos ya teníamos una idea de lo que venía. Al llegar las doce yo ya sabía cuáles eran mis regalos, a excepción de uno, el que me daba mi padre. Ese siempre estaba escondido en algún lugar, nunca a la vista, sin oportunidad de abrirlo a deshoras. Gracias a esto, siempre había una sorpresa presente. Mi padre nunca me preguntaba qué era lo que yo quería, él trataba de escuchar mis pláticas y sacar conclusiones. Regu

La calle tenía vida

Crecer en el mero centro de la ciudad, antes, era una situación muy distinta a la actual. Siendo el más chico de tres hermanos, con casas llenas de vecinos de la camada, la risa de los niños era cosa común para el transeúnte. La calle tenía vida. Hasta existía la viejita loca que ponchaba las pelotas si osaban caer en su propiedad, y una tienda en la esquina para comprar chuchulucos, que a veces, sí, a veces, no, nos fiaban. Crédito:   Ramon Oria El centro era un barrio como cualquier otro, pero poco a poco fue cambiando, los vecinos se empezaron a mudar, las casas fueron derribadas para dar paso a comercios y bodegas, fue en los tiempos que al alcalde en turno se le ocurrió la mancha roja, y con esto, lo que era una calle tranquila se convirtió en la congestionada salida hacia el norte para el transporte público y el tráfico comercial. La calle perdió su vida, los juegos de pelota de mi infancia dieron paso a los videojuegos y un poco al encierro. Después empezarían las es

del desapego

A lo largo de los años ciertas cosas te hacen llevar la vida de mejor manera, unas te la hacen más cómoda, otras te producen cierto gusto, gozo o placer (lo cual se resume a lo que los microeconomistas llaman utilidad ). Con el tiempo esas cosas se van haciendo viejas, obsoletas, van perdiendo ese uso que alguna vez les dimos quedándonos solo el recuerdo de lo que significaron. Muchas veces no nos podemos hacer a la idea de que ya no nos sirve, lo conveniente sería desecharlas, venderlas o regalarlas a alguien que les siga encontrado uso o en su caso reciclar sus partes para crear artefactos nuevos y así prolongar su ciclo de vida, sin embargo hemos vivido tantos momentos que no se nos es fácil el decir adiós. Se nos ha enseñado a conservar, a no dejar ir, a tenerle cierto cariño a lo que nos rodea, por lo cual es difícil aceptar cuando por el curso diario la vida nos lleva a nuevos momentos, nuevos estadíos que nos muestran cosas nuevas, y a veces nos sentimos culpables por ello,

What is the light?

What Is the Light? (An Untested Hypothesis Suggesting That the Chemical [In Our Brains] By Which We Are Able to Experience the Sensation of Being in Love Is the Same Chemical That Caused the "Big Bang" That Was the Birth of the Accelerating Universe)