Hace unos días estaba buscando un digesto de lecturas de 1er. semestre de la carrera que me pidió una amiga, por lo que empecé a buscar en las cajas de papeles, revistas y libros viejos que tengo en mi cuarto, en total 4 cajas llenas de papeles sin uso. En el trayecto de encontrar el digesto decidí tirar lo que no servía.
Me encontré con muchas cosas interesantes que me trajeron recuerdos, pero esto se lleva las palmas:
Esto para aquellos que no recuerden o los demasiado jóvenes para saberlo, es un ticket del Fantasy, si lograbas juntar los suficientes los cambiabas por premios, metralletas de plástico, cassettes de música y muchas otras cosas divertidas.
El Fantasy, antro de vicio adolescente de moda a principios y mediados de los 90's ubicado en Mazón (hoy Liverpool), ahí se podía encontrar todo lo que a un puberto hace feliz: air hockey, todo tipo de comida a base de salchicha, algunos juegos donde disparabas bolas gigantes para tumbar payasos y vaqueros o tirarlas para meterlas en ruedas concetricas a cambio de tickets, pero sobre todo había maquinitas. Antes de la llegada del playstation, la única manera de jugar videojuegos con gráficos decentes era en donde hubiera máquinitas, que es un lugar parecido a esos cuartos abandonados en los Cinemarks. Cualquier puberto, adolescente y uno que otro ruco podía pasar horas jugando máquinitas y así gastarse fortunas en fichas. Yo lo hacía.
En 1ero. de secundaria y todavía en 2do, mi compadre el Román y yo pasábamos todos los sábados a partir de las 11 en el Fantasy. Durante la semana uno trataba de portarse bien en casa para que a mi madre no le importara que me fuera a pie a casa de mi compadre (yo vivo en el centro, él vivía en la San Benito) con 20 pesos para gastar en fichas (en aquel tiempo una fortuna), de hecho ya no hacía falta ponerme de acuerdo con él, ya era un ritual semanal. Así llegaba a su casa, en la cual no duraba ni 5 minutos cuando ya salíamos al Fantasy. Al llegar luego luego cambiábamos los 20 pesos por fichas y a jugar se ha dicho (las fichas fácilmente alcanzaban para jugar hasta las 6 de la tarde y sobraban). Entre el catálogo de maquinitas estaba la de Los Simpsons (donde podías manejar a cualquier miembro de la familia excepto a maggie), la de las Tortugas Ninja (todo un clásico, duró como 15 años en el local), el Lethal Enforces (ese de la pistola ázul y la infame pistola rosa), la de Terminator (donde tomabas una metralleta para destrozar androides). Sin embargo había 3 que simplemente no podíamos dejar de jugar: Street Fighter II, Mortal Kombat (primero el 1 después el 2) y el NBA Jam. En el SF yo era muy bueno y siempre le daba palizas a mi compadre, sin embargo en el Mortal Kombat sucedía lo contrario, dado que él sabía toda clase de golpes y Fatalities que simplemente eran humillantes.
El NBA Jam (especie de basketball sin foules, 2vs2) era un caso aparte. Ambos éramos extremadamente buenos, jugando juntos en equipo casi no perdimos partidos (invictos siempre que agarrábamos a los Sonics con Kemp y Payton). Me especialicé en la defensa (rebotes y bloqueos), mientras que él en el juego clásico ( robos y clavadas), es decir mi juego no era bonito y el de él era vistoso, en equipo los tipos de juego se complementaban pero jugando en contra eran unos duelazos, de cada 100 juegos yo creo que quedábamos 50 para el Román y 50 para mí, era la máquina que más jugábamos, a pesar de ser de las más caras (4 fichas por partido completo, una más por cada tiempo extra). El juego en sí era demasiado divertido, las clavadas espectaculares, que rayaban en lo rídiculo, la música y la narración (“boom-shakalaca, notin but net, graaaabs the rebound”) hacían un gran juego que jamás fue igualado, tiempo después le compre la versión en Super Nintendo a mi carnal el Pollo, pero no le llegaba ni a los talones.
Al llegarse las 6 de la tarde, teniendo o no fichas nos íbamos de el lugar porque el hambre es cruel. El resultado del día servía para hacer carrilla al derrotado durante toda la semana, quien esperaba la semana siguiente para la revancha… ahí radicaba la única preocupación que pude tener en aquel entonces.
Sí…. éramos muy ñoños pero a esa edad todos lo somos… después vendría el alcohol a cambiar la dinámica de los fines de semana.
Extra:
Al final si encontré el digesto y terminé tirando 2 cajas llenas de papeles y revistas sin sentido… Sin embargo me acordé de quien era, que hacía y en que creía en aquellos tiempos…. Era un abstemio, que jugaba videojuegos y creía en los ovnis (la de en medio no se ha ido aún, y ni lo hará soy de la generación Nintendo).
Dato adicional: Una de las comidas que ófrecian en este lugar eran las Banderillas, que era una mutación del hotdog, era una salchicha envuelta totalmente en pan ensartada en un palo de madera, le ponías catsup, mostaza y mayonesa al gusto... era como un albur convertido en alimento.
Comentarios
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Soy un poco más joven que vos (4 años solamente) y por eso no he jugado mucho al NBA, pero cuando leí tu parte del comentario con el comentario del relator escuche en mi memoria el sonido de esa voz.
Soy un fanático de los videojuegos y creo que voy a seguir siendolo siempre. No conozco Fantasy porque soy Argentino, pero apenas vi un ticket de juegos me dí cuenta de que tenía que seguir leyendo. A pesar de que no soy un nerd, me lamento por pasar tiempo jugando en lugar de hacer actividades sociales o algo parecido, pero es más fuerte que yo y una vez que me siento a jugar ya no lo pienso racionalmente.
Saludos, buen blog.
Marteem.
30.04.2020