Hace 3 años, estando en el DF, pasé entre 8 y 10 horas buscando un casilla especial en la cual votar, era uno de muchos ciudadanos convencidos de que cada voto contaba, participábamos en una jornada que cambiaría al país, al menos eso pensábamos, en parte tuvimos razón, en parte estábamos cegados, este domingo no creo que tenga la misma fuerza para pasar tal cantidad de horas buscando mi boleta. Tres años después el país sufre de una crisis de proporciones mayúsculas que ningún discurso puede minimizar, un gobierno rebasado por la violencia, rebasado en lo económico y rebasado por la ambición misma de quienes lo integran, un gobierno con una grave crisis de credibilidad en todos sus niveles, en cada uno de sus poderes e instituciones. Por un lado tenemos a los hipócritas, por el otro a los cínicos, ellos que se auto-refieren como “clase política”, ellos que hablan de la búsqueda de la igualdad y en el fondo buscan replicar las condiciones ventajosas de una casta gobernant
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